
Respira. Hazlo lenta y tranquilamente, sin prisas. Primero inspiras, luego espiras. Una vez más, inspiras, espiras... ¿Agradable?
Un instante, solo se tarda un mero instante en respirar, pero estás tan ocupado que te olvidaste de respirar. La compra, la comida, el bus, el móvil, el mp3, las clases, el trabajo, el coche, la ducha, la corbata, la lavadora... Y mil y una cosas más que podría citar. Estamos tan pendientes de todo que no estamos pendientes de nada.
¿Cuantas veces por querer llegar a la hora a una reunión, cita, clase, comida, película, nos estresamos e intentamos coger todo a toda velocidad tratando de controlarlo todo?
Me gusta pararme quieto, dejar de pensar, y simplemente disfrutar. Disfrutar del calor que te da el sol cuando estás tumbado en el césped después de comer. Disfrutar de una cerveza cuando estás tranquilamente con tus amigos charlando en la cafetería. Disfrutar de la música cuando estás tirado en la silla delante del ordenador. Disfrutar de cada respiración.
Definimos la vida con la respiración, pero no respiramos... Estamos abrumados con todo lo que nos rodea, que no nos detenemos a, simple y llanamente, respirar.
Si queréis saber de que hablo tumbaos en la cama o tiraos en la silla de manera cómoda. Dejad de pensar en todo eso que os preocupa por 1 minuto. Ahora simplemente concentraos en disfrutar de como vuestro cuerpo se hincha y deshincha con cada respiración. ¿Qué tal sienta?