domingo, 30 de enero de 2011

¡PUM!

Sonará cruel y todo lo que vosotros creáis, pero, la vida, tal y como la entendemos, no es más que una burbuja que nos alberga en su interior.

¿Nunca os pasa que crees que las cosas son de una manera y luego no? Ahí estalla la burbuja.

Las hay que estallan muy disimuladamente, como si se disolviesen en el aire, como la primera que pruebas la regaliz negra pensando que es igual o más dulce que la roja. Como cuando descubres que la película no es tan buena como pensabas. Esas burbujas están siempre, en todos lados y todos los lugares, todos las tenemos, son las que hacemos desde pequeños con ingenuidad.

El problema de esa burbuja crece según vas creciendo y tu ingenuidad crece o disminuye. La famosa burbuja de los Reyes Magos y el Ratoncito Pérez. ¡Qué buenos años encomendando mi felicidad a esos seres! Pero siempre tiene que llegar una altura a la que burbuja rompa, y seguro que en mayor o menor medida todos os acordáis de cuando erais pequeños y salíais todos corriendo por las mañanas al salón.

El problema viene de esas burbujas que nos ponemos para tratar de protegernos. Es sorprendente cuantas veces caemos en la misma trampa. Estás burbujas que nos sirven para ocultarnos de los problemas de familia, del trabajo, de pareja, de dinero, de personalidad, son las peores, y las que más utilizamos. Esta burbuja es la que más daño hace al estallar. Esta burbuja es la que nos hacemos nosotros mismos por culpa de nuestra naturaleza ingenua e infantil de la cual nunca podremos librarnos.

Todas estas burbujas estallan, si no hacen, ya lo hicieron, y si tampoco, entonces lo harán, así que simplemente preparaos para oír el: ¡PUM! y ver la realidad por un tiempo, porque a pesar de esto, volveréis a crear vuestra propia burbuja, y volverá a estallar, y volveréis a haceros daño.

            

Ahora, os toca crearos vuestras burbujas.

sábado, 8 de enero de 2011

Sueños

Todos en nuestra vida tenemos distintos sueños. Algunos son realistas, como soñar con conseguir un buen trabajo, otros son imposibles, cual niño que sueña con encontrar y domesticar un unicornio.


Me hace gracia el simple hecho de pensar que siempre nos guiamos por sueños, ya sean para bien o para mal. ¿Cuántas veces soñamos con encontrar a la vuelta de la esquina al amor de nuestra vida? ¿Quién no ha soñado con ganar la lotería y dar la vuelta al mundo? ¿Cuántos niños sueñan con la magia?


Resulta triste el pensar que cuanto más crecemos, más nos olvidamos de soñar. En esta sociedad en la que vivimos pocos son aquellos que se escapan del prototipo de persona de éxito y se dedica a soñar de verdad. Pocos y necios son los sueños que nos inculca la sociedad de hoy en día. Sueño con conseguir un buen trabajo, sueño con ganar mucho dinero, tener una mujer que sea la envidia de mis amigos, tener el mejor coche del mercado y una casa que valga más que lo que pueda ganar en mi vida trabajando. Resulta triste.


Aún recuerdo aquellos años como niño cuando soñaba con ser un gran caballero, que busca ayudar a aquellos que lo necesiten con una gran muestra de valentía y honor. Que sueños aquellos... Esos si que son sueños. ¿Por qué olvidarlos atrás? Soñemos como cuando éramos niños. Soñemos con poder dar la vuelta al mundo y descubrir todas la maravillas que podamos imaginar. Soñemos con que somos capaces de hacer magia y curar a aquel que ve la luz de la muerte. Soñemos que con un simple lápiz somos capaces de crear un hogar para persona en el mundo o que con pulsar una tecla se puede dar calor a todo el que lo necesite. Soñemos que somos capaces de hacer todo lo que soñemos.


Soñemos con que crear un mundo de sueños donde todos podemos hacer lo que queramos con sueños. Esos sueños que nos hacen despertar con una sonrisa que no se borra durante el día y que nos hacen seguir adelante. Utilicemos y recuperemos nuestros sueños, porque como dijo hace siglos un gran escritor inglés, William Shakespeare:


"Estamos hechos de la misma materia que los sueños"