Por una vez más se tranquiliza y el sueño vuelve a nublar su consciencia y su cansancio se hace aún más patente.
Con paso calmado y entre suplicas de un coche subimos a la parada mientras furtivamente me roba la uña del dedo meñique. Más caricias y besos. Sus ojos reflejan tiempo sin poder dormir y su cara refleja el dilema de su interior, pero durante un par de horas tanto su corazón como sus ojos quieren una tregua y descansar... Parece que llevaba tiempo sin sonreír porque sus sonrisas tímidas son cazadas furtivamente, pero cada una más bonita que la anterior.
Ella dice que la magia se ha ido... Para mi la magia sigue ahí, cautiva de las dudas de su cabeza.
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